Grupo Astroangelical

Hoy el ambiente se pone un poco más... intenso. Con la entrada de la Luna en Escorpio, nuestras emociones no están a flor de piel, sino a flor del alma, de lo más profundo. Es un día para dejar de lado las máscaras y mirar de frente lo que realmente sentimos. ¡Y ojo, que a veces duele un poco!

Pero no se preocupen, el universo nos tiene cubiertos. Júpiter y Lilith están haciendo una conexión maravillosa. Esto es como si nos dieran un permiso especial para ser radicalmente nosotros mismos. Es la energía del empoderamiento, de aceptar esas partes de nuestra vida o de nosotros mismos que quizás nos resultaban incómodas. Se nos da la oportunidad de ser auténticos, sin miedos y sin justificaciones.

La puerta se cerró. Ella (realiza la votación por el nombre de esta bella dama), sentada en el sofá con los brazos cruzados. Sus ojos lo miraban, no con reproche, sino con una serena y profunda intensidad. La luna en Escorpio estaba en su punto.

—¿Te vas a quedar ahí de pie? —le dijo, la voz extrañamente tranquila.

Ramón Antonio, que venía preparado para otra guerra de palabras, se sintió desarmado por esa calma. Se sentó frente a ella.

—¿Qué tienes? —le preguntó ella, esta vez de verdad, sin sarcasmo

Él suspiró, un suspiro profundo, de esos que te nacen de la entrañas y que, al fin, liberan un peso. Sabía que no podía seguir huyendo, que en la verdad, por dura que fuera, encontraría la única salida posible.

—Me perdí, eso es lo que me pasa —confesó, mirándola a los ojos—. Me perdí en el camino que me estaba construyendo para estar contigo, y en el proceso, me olvidé de quién era yo. Y no sabía cómo decirte que no me gusta este Ramón Antonio que regresó a casa.

Ella lo miró fijamente y asintió lentamente. —Lo sé. Lo que me molesta no es a dónde fuiste, sino que tuvieras que esconderte para ser quien eres. ¿Y por qué pensaste que yo no amaría al verdadero tú?

Ramón Antonio bajó la cabeza, y una lágrima silenciosa rodó por su mejilla. —No lo sé. Simplemente, nunca me lo pregunté.

La amada de Ramón Antonio tomó su mano. El pulso emocional había encontrado su cauce. La honestidad era su única salvación.

Lo que aceptamos se convierte en fuerza. Y para profundizar en cómo transformamos nuestras emociones, los invito a visitar en la página Sinfonía para el Alma y a explorar nuestros Ecos de nuestros mundo interno.

Piensen en esto como un llamado a la acción. Es el momento perfecto para tener esa conversación que han estado posponiendo. Para soltar lo que no les sirve, abrazar sus verdades internas, incluso las más incómodas, y reconocer que en ese proceso también está la fuerza para crecer.

Quienes participen tendrán un regalo 🎁